La carretera se desvanece al llegar al cruce de la presilla. Los quelonios se ocultan en las mismas aguas residuales donde permanecían hasta hace poco restos fósilizados de una nutria.
19,30 h.
Con las barrigas llenas de filetes empanados saltamos la cerca de acero corten guiados por galgos. El camino se hace cansino por llevar lodo verde adosado a nuestras ropas de verano.
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